En un tazón grande, combine el requesón, una pizca de sal y el huevo. Amasar hasta que la mezcla quede homogénea, sin grumos.
Luego agregue la mantequilla ablandada al requesón y mezcle.
Ahora tamice la harina y el polvo para hornear en la mezcla de cuajada a través de un colador. Esto es necesario para que la harina se sature de oxígeno y la masa suba fácilmente.
Amasar la masa de cuajada. Tan pronto como esté un poco denso, enróllelo hasta formar una bola. Ahora ponga la bola resultante en el refrigerador durante aproximadamente una hora. Esto le dará más elasticidad.
Pasada una hora, saca la masa del refrigerador y déjala reposar durante 10 minutos hasta que alcance temperatura ambiente. Después de esto, espolvorea la mesa con harina y comienza a extender la masa. El espesor de la masa debe ser de unos 2 cm.
Ahora que la masa está lista, córtala en círculos de 9-10 cm de diámetro. Los triángulos se sirven con azúcar, así que moja cada círculo por un lado en un platito con azúcar y dóblalo por la mitad de modo que el lado del azúcar quede hacia adentro. Luego sumerja nuevamente un lado en azúcar y dóblelo nuevamente con el lado del azúcar hacia adentro. El resultado debe ser un cuarto doblado por la mitad.
Sumerge los cuartos de masa en azúcar por tercera y última vez y colócalos en una bandeja de horno previamente cubierta con papel vegetal. Precalentar el horno a 200 grados y hornear durante 25 minutos, hasta que esté dorado. Cuando las galletas estén listas, colócalas en un plato y déjalas enfriar.